Acompañar a una persona con depresión no es fácil. Podemos sentir que no sabemos qué hacer, tener miedo de empeorar la situación o incluso frustrarnos por no ver mejoría. Sin embargo, tu presencia, tu actitud y tus palabras pueden marcar una gran diferencia.
Evita minimizar su dolor
Frases como «podría ser peor», «tienes que animarte» o «sal y distraete» pueden invalidar la experiencia del otro. La depresión no se soluciona con fuerza de voluntad ni con consejos rápidos. Lo que esa persona necesita no es una solución inmediata, sino comprensión.
Prácticas que sí ayudan
- Escucha con atención, sin interrumpir ni juzgar.
- Valida sus emociones: «entiendo que te sientas así», «no tiene que darte vergüenza lo que estás sintiendo».
- Ofrece tu ayuda de forma concreta: «¿quieres que te acompañe a la cita?», «podemos dar un paseo juntos si te apetece».
A veces, solo estar presente en silencio es lo más valioso.
El papel de la terapia
Si el malestar persiste o empeora, es importante sugerir buscar ayuda profesional. Puedes ayudar a investigar opciones, acompañar en el proceso o simplemente estar disponible. La depresión no es una elección y no se supera solo con «pensar en positivo».
Cuidarte también es parte del proceso
Estar cerca de alguien con depresión puede ser emocionalmente exigente. Busca espacios para ti, habla con otras personas de confianza o incluso considera acudir a terapia si sientes que lo necesitas. Acompañar desde el respeto y el cuidado mutuo es una de las formas más humanas de estar.
Recuerda: no tienes que tener todas las respuestas, solo estar disponible de forma genuina puede ser un apoyo inmenso.